
EL ENTORNO
COMPTON. La primera parada de este kendrickiano viaje no puede ser otra que Compton, el suburbio al sureste de Los Ángeles que lo vio nacer en 1987. Sus padres se habían mudado allí desde Chicago tres años antes, con apenas 500 pavos en los bolsillos y una numerosa familia a la que sacar adelante. Compton tuvo su origen en una extensión de terreno legada por la corona española a finales del siglo XVIII a un soldado español, que fundó el Rancho San Pedro. Su nombre definitivo se lo debe a un norteamericano llamado Griffith Deckenson Compton que, junto a un grupo de colonos, se asentó en la zona en 1867. 20 años más tarde, adquirió la categoría de ciudad. No es, de todas formas, ese legado histórico el que aquí nos interesa, sino el relevante papel que Compton ha jugado durante las últimas décadas en la evolución del hip hop, como cuna de grupos y artistas tan relevantes como N.W.A., Game, MC Eiht, Coolio y, ya más recientemente, Jay Rock, Schoolboy Q y Tyga, entre otros. El caldo de cultivo de Compton, con una notable mezcla de etnias y razas, así como el duro ambiente que se respira en sus calles, sobre todo por la proliferación de bandas callejeras como los Bloods y los Crips, han sido elementos determinantes para que tantos jóvenes buscasen en el hip hop una forma de expresarse y de evadirse de sus problemas cotidianos. En todos esos casos, y más concretamente en el de Kendrick Lamar, resulta imposible alcanzar a comprender del todo sus textos sin conocer el entorno en el que se inspiran. Es evidente que el Compton que ha conocido Kendrick es muy distinto de aquel por el que se movieron gente como Dr. Dre, Eazy-E o Ice Cube en los 80. Los índices de criminalidad han caído en los últimos años, la ciudad ha sido promotora de iniciativas en contra de las armas como el proyecto “Gifts for Guns”, que luego se extendió a otros puntos del país, y la asfixiante sensación de verse atrapado en un gueto, del que muy pocos cuentan con salir algún día, no es tan fuerte como antaño. Aun así, los sueños de ganar dinero fácil no han desaparecido y el propio Kendrick no ha sido ajeno a ellos, como demuestra en algunas de las canciones donde coloca el punto de mira sobre la ciudad: “Compton” y “m.A.A.d City”. Allí el MC pone su sensibilidad al servicio del paisaje urbano, con una lucidez que nos recuerda a los mejores tiempos de Nas, Compton’s Most Wanted o 2Pac.
BLACK HIPPY. En paralelo a su carrera en solitario, Kendrick forma parte del grupo Black Hippy desde 2009. En él le acompañan otros jóvenes artistas de su entorno, que también se han hecho un nombre importante en los últimos años: Jay Rock, Schoolboy Q y Ab-Soul. Se trata de un combo atípico, ya que a pesar de haber firmado desde sus comienzos con Top Dawg Entertainment, de momento no han lanzado ningún larga duración bajo ese nombre. Se puede decir más bien que es un punto de apoyo mutuo para todos estos artistas, que colaboran habitualmente en sus proyectos en solitario (si bien en ‘Good Kid, m.A.A.d City’, el único de ellos que aparece es Jay Rock, aunque en uno de los mejores cortes: “Money Trees”).
EL ESTILO Y LAS INFLUENCIAS
EL ESTILO Y LAS INFLUENCIAS
¿ESTE U OESTE? Pese a haber crecido expuesto al sonido de la West Coast, y aun cuando las aportaciones musicales de su entorno lo convierten en justo heredero de esta corriente, a la hora de definir el estilo de Kendrick Lamar no podemos reducirnos solo a influencias del oeste. De hecho, él mismo lo demuestra al haber declarado en muchas ocasiones que entre sus rappers favoritos se cuentan 2Pac, Notorious Big, Jay-Z, Nas, Eminem, Rakim, Dr. Dre, Tha Dogg Pound y DMX. Una muestra de que Kendrick no se casa con ninguna corriente en concreto, sino que sabe coger lo mejor de cada una para después darle su toque personal. Del oeste ha tomado su musicalidad, su férreo instinto de supervivencia urbana, su gusto por la experimentación y la versatilidad a la hora de rapear. El este, por su parte, ha inspirado su vertiente más poética e introspectiva, la construcción de estructuras complejas, la riqueza de su vocabulario y la capacidad para transmitir la realidad de las calles a través de metáforas, asociaciones de ideas y storytelling. Por esa razón nos encontramos ante un artista tan completo, que no flaquea en ninguno de los muchos elementos que conforman un rap. Además, esa apertura de miras nos conduce a pensar que lo mejor de Kendrick aún puede estar por venir, al contrario que otros grupos o artistas que con el tiempo acaban perdiendo fuelle por su empeño en aferrarse a una misma fórmula que jamás conseguirán repetir con tanto acierto como en sus primeros trabajos.
TODO ESTÁ CONECTADO. Otro punto fuerte de las canciones de Kendrick es la profunda conexión interna que hay entre ellas. Tomemos el ejemplo de “Money Trees”, que ya citamos anteriormente. Kendrick reparte a lo largo de este tema referencias a otras canciones del álbum, como por ejemplo al allanamiento de morada que describe en “The Art of Peer Pressure” (justo la canción precedente a esta), o cuando complementa los acontecimientos que rodean a la improvisación que se marca a bordo de un coche en la canción “Backseat Freestyle”. Al mismo tiempo, esta canción viene entrelazada con el interludio de la anterior, “Bitch, Don’t Kill My Vibe”, que cuenta cómo los colegas de Kendrick lo recogen con un coche y ponen un CD para rapearse unas barras. A su vez, todo esto desemboca en la ya citada “The Art of Peer Pressure”. Detalles como este aportan una narrativa global al disco que fortalece la cohesión entre los temas y hace que todos terminen formando parte de una misma historia que vamos descubriendo conforme avanzamos en la escucha. De hecho, ya desde la primera canción, “Sherane a.k.a. Master Splinter’s Daughter”, Kendrick nos va adelantando en algunos versos acontecimientos que desarrolla posteriormente en otros tracks. Esta técnica de dejar fluir el disco a base de anticipos e interludios era posiblemente más habitual en discos de los 90 que en los actuales, y un muy buen ejemplo de ello lo encontramos en el ‘Ready 2 Die’ de Notorious Big, que también parte de una concepción muy cinematográfica.
LAS TEMÁTICAS
LAS DROGAS. No es de extrañar que conozcas cuáles son las sustancias favoritas de tus rappers favoritos. ¿Codeína? ¿Farla? ¿Yerba? A la gran mayoría les encanta hablar de ello, ya sea por mitificar su personaje o porque efectivamente se pasan el día enganchados a todo cuanto les quepa por la nariz o los pulmones. Resulta por tanto curioso que Kendrick Lamar no solo no consuma (al menos, no de forma habitual), sino que además no tenga reparos en desaconsejarlo a sus seguidores. Y no lo hace por ponerse la medalla de educador, ni por cuestiones éticas, morales o religiosas. Lo hace de forma sincera y no duda en compartir con nosotros episodios de su vida donde las drogas lo dejaron contra las cuerdas. Primero nos dijo de pasada en Overly Dedicated que no fumaba, y ya en su segundo disco, en la canción “m.A.A.d City” nos explica el porqué: “Imagine if your first blunt had you foaming at the mouth” (“Imagina que tu primer peta te hubiera dejado echando espuma por la boca”). Nadie le avisó de que un porro impregnado en PCP pudiera tener esos efectos. Pero el retrato más complejo e interesante que hace de su relación con las drogas, en este caso con el alcohol, lo encontramos en la canción “Swimming Pools (Drank)”. Según explicó él mismo, “esta canción rememora mis años de infancia en una casa donde los adultos consumían mucho alcohol, suficiente como para llenar una piscina. Al final, ese recuerdo se convirtió para mí en una realidad cuando me hice mayor.” Esta canción también supone un punto de inflexión en el disco, cuando el Kendrick que representa su, digamos, “vertiente mala” -la que se deja llevar por conductas negativas a través de diversos factores, entre otros el peer pressure (presión grupal)-, comienza a replantearse su vida y sus acciones.
LA VIOLENCIA. Igual que ocurre con las drogas, Kendrick no es un MC empeñado en ensalzar ni promover la violencia; pero viniendo de un barrio como Compton es un tema que no podía pasar por alto en sus canciones. Sus letras están plagadas de interesantes reflexiones sobre el tema, y una de las más acertadas la encontramos en el estribillo de “Money Trees”: “Everybody gon’ respect the shooter, but the one in front of the gun lives forever” (“Todo el mundo respeta al que dispara, pero el que está al otro lado de la pistola vive por siempre”). Una reflexión que probablemente venga motivada por el recuerdo de un amigo suyo, llamado Dave, que murió en un tiroteo. La violencia también nos remite a otras dos cuestiones recurrentes en el álbum y que ya hemos citado aquí: la familia y la presión grupal. Su padre, sin ir más lejos, formó parte de la banda Gangster Disciples, una ramificación de la Folk Nation, mientras vivía en Chicago. Kendrick hace referencia a ello en “The Art of Peer Pressure”: “I never was a gangbanger, I mean I was never stranger to the Folk neither” (“Nunca he sido un pandillero, pero tampoco he sido ajeno a los Folk”). Y respecto a la presión grupal, no lo puede decir más claro un verso más tarde: “I’ve never been violent, until I’m with the homies” (“Nunca he sido violento, salvo cuando estoy con los colegas”). Algo que puede parecer contradictorio -ese Kendrick que a ratos se deja llevar por sus instintos y a ratos se muestra capaz de contenerlos-, no es sino un retrato honesto y profundo de la vida de cualquier chaval de barrio, con sus aciertos y sus descalabros.
SHERANE. Kendrick introduce a lo largo del disco muchos personajes que están inspirados en personas reales de su entorno. Sherane es una de ellas y, sin duda, parte fundamental de la historia global que se nos cuenta. Sherane no es el nombre real, pero sí está inspirada en el gran amor de adolescencia de Kendrick, de la cual no da siempre un retrato positivo. Pese a ello, y en palabras del propio MC a MTV, su equivalente en la realidad no parece habérselo tomado a mal: “Es una sensación curiosa cuando vuelvo al barrio y veo que mis colegas saben de quién estoy hablando [en cada canción]. Todo es como una gran broma, y por lo que he oído, ella [la verdadera Sherane] está ante todo emocionada y sorprendida de que la haya incluido en mis canciones. Eso es lo curioso del asunto. Pero está hecho con amor, sin malas intenciones.” Como ya dijimos más arriba, Sherane aparece en el álbum ya desde el primer corte, en donde Kendrick nos cuenta su primer encuentro con ella y la relación que surgió a partir de entonces. Luego la cosa se complica cuando un día que va a buscarla a su casa con el coche se topa con dos chavales encapuchados (que posiblemente podrían estar emparentados con ella) y se inicia un tiroteo que provoca la muerte de un amigo suyo, al que también nombra en otros momentos del disco. Efectivamente, todo, todo está conectado y medido al milímetro en esta historia.
LA VIOLENCIA. Igual que ocurre con las drogas, Kendrick no es un MC empeñado en ensalzar ni promover la violencia; pero viniendo de un barrio como Compton es un tema que no podía pasar por alto en sus canciones. Sus letras están plagadas de interesantes reflexiones sobre el tema, y una de las más acertadas la encontramos en el estribillo de “Money Trees”: “Everybody gon’ respect the shooter, but the one in front of the gun lives forever” (“Todo el mundo respeta al que dispara, pero el que está al otro lado de la pistola vive por siempre”). Una reflexión que probablemente venga motivada por el recuerdo de un amigo suyo, llamado Dave, que murió en un tiroteo. La violencia también nos remite a otras dos cuestiones recurrentes en el álbum y que ya hemos citado aquí: la familia y la presión grupal. Su padre, sin ir más lejos, formó parte de la banda Gangster Disciples, una ramificación de la Folk Nation, mientras vivía en Chicago. Kendrick hace referencia a ello en “The Art of Peer Pressure”: “I never was a gangbanger, I mean I was never stranger to the Folk neither” (“Nunca he sido un pandillero, pero tampoco he sido ajeno a los Folk”). Y respecto a la presión grupal, no lo puede decir más claro un verso más tarde: “I’ve never been violent, until I’m with the homies” (“Nunca he sido violento, salvo cuando estoy con los colegas”). Algo que puede parecer contradictorio -ese Kendrick que a ratos se deja llevar por sus instintos y a ratos se muestra capaz de contenerlos-, no es sino un retrato honesto y profundo de la vida de cualquier chaval de barrio, con sus aciertos y sus descalabros.
Fuente: HIPHOPLIFEMAG

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